" Curioso, que para crear belleza haya que aprovechar un desastre natural que ha matado y destruído. Y lo que se construye hoy en dia destruye constantemente la naturaleza y al ser humano propiamente dicho..."
Esta obra me vuelve a acercar a la belleza. A mí, personalmente, me encanta. Aunque creo que llegar a estos extremos es el paso merecido después de direccionar a la Arquitectura hacia lo absurdo entre tanto rapsoda y entendido sin criterio y con muchas ínfulas de bustos para la historia.
Es curioso que los seres humanos funcionemos a base de prejuicios, clichés y recepciones emocionales de inconsciente colectivo que esculpen nuestra personalidad a base de tiempo y de fanatismo unifocal.
Todos sabemos cuan deteriorada está la actualidad Arquitectónica en este Planeta que por intentar luchar contra fantasmas, impuestos e inexsistententes con nombre físico de gravedad, se diseñan verdaderos mamotretos con formas y materiales absurdos para la banagloria de los iniciados en la capacidad de complicar la vida en vez de simplificarla.
Bien es sabido el amplio espectro de formación Universitaria al respecto en todas las Escuelas de Arquitectura del mundo con lo que conlleva esto en cuanto a equivocación y elevación de egos precarios para el ser humano.
Hacer algo nuevo cuesta mucho pero sobretodo cuesta el desprestigio de la ética adquirida por años de educación paternal transportandolo a la absorción de consejos vacios y con ansias competitivas de ser los más audaces, los únicos y los más creativos, olvidándose por completo de hacer Arquitectura y construir de manera eficiente, lógica y empática con el propio ser humano y por supuesto con la NATURALEZA.
Rehabilitaciones inexsistentes, leyes para facilitar el acceso a la vivienda escondidas y un ataque al deterioro climático con juego de naipes incluído, inundan nuestra sociedad actual tan informatizada y evolucionada.
Por lo que entre tanto laberinto de cosas encontrar Obras de este calibre te vuelve a enganchar al alma y a la esencia de la Arquitectura y del Arte en general hecha por personas y por seres humanos extraordinarios.
El 12 de mayo de 2008, un terremoto de magnitud 7,8 sacudió la provincia china de Sichuan, cobrándose la vida de casi 90.000 personas, dejando 375.000 heridos y unas pérdidas estimadas en más de 123.000 millones de Euros.
El seísmo, el segundo más mortífero de la historia del país, tuvo su epicentro en la región de Wenchuan y se considera uno de los peores jamás registrados en términos de víctimas.
Para rendir homenaje a todas ellas, el gobierno chino encargó la construcción de un museo conmemorativo a la facultad de Arquitectura de la Universidad Tongji, en Shanghái.
Un museo-monumento que conmemora la catástrofe, construído en la localidad de Beichuan Qushan (provincia de Sichuan), la más castigada por esta tragedia, basa su simbolismo en una imagen de fácil lectura:
Tras barajar treinta y seis propuestas en un concurso de ideas interno, se seleccionaron cinco finalistas, resultando ganador el proyecto de Cai Yongjie.
Su diseño imita un paisaje fracturado donde las grietas de la fractura son los caminos de acceso a varios edificios subterráneos. Las sobrias cubiertas vegetales hacen aún más impactante la imagen del museo, al tiempo que potencian la sensación de vacío, de ausencia.
Un plácido paisaje de lomas con colinas verdes con un eficaz sistema antisísmico a base de amortiguadores de caucho, evocando el modo en que los terremotos abren las heridas en el suelo.
Como en muchas zonas de la región, el terremoto arrasó la escuela local cuando alumnos y profesores llenaban las aulas. Y fue precisamente ese el lugar elegido para construir el memorial. A pesar de que la administración china ordenó eliminar por completo todas las ruinas, Yongjie logró conservar el único edificio que quedó en pie integrándolo en el subsuelo. También mantuvo las gradas del antiguo campo de deportes, transformado ahora en un recinto especial para el recogimiento y la evocación.
Por su parte, las grietas abstractas se hacen depender de largos muros hincados en el terreno, que se inclinan de forma amenazadora, para contener la tierra, que se revisten con planchas de acero cortén cuya pátina evoca la condición entrópica de las catástrofes naturales. Su característico tono rojizo anaranjado contrasta vivamente con el verdor de las praderas artificiales y el bosque.
No obstante, lo que inclinó la balanza a su favor fue la potencia expresiva de la propuesta: 14 hectáreas de terreno sobreelevado que se resquebraja y deja una huella indeleble en el entorno, tanto humano como natural.
Su interior es luminoso y espacioso haciendo su estancia determinante para la función expositiva de un museo.
En definitiva un claro ejemplo de inteligencia a la hora de demostrar como se puede alcanzar la mayoría de edad dentro de la sistemática de crear nichos ecológicos sin molestar, sin perjudicar y honrando la memoria de los que desgraciadamente fallecieron en el movimiento del planeta.
Gran Proyecto.
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