Hartos del asfalto y el hormigón, el ser humano dirige su mirada a la naturaleza para incrementar su bienestar incorporando elementos de carácter natural en interiores, edificios y ciudades. El diseño biofílico o la biofilia, de base científica, reincide en la idea de que se vive mejor rodeado de verde.
Es un hecho.
En síntesis se trata de introducir elementos del mundo natural en el entorno construido. Las ciudades con tantas posibilidades, son fundamento de atención a las plantas, animales, materiales naturales, colores o el agua, refuerzan la conexión con la naturaleza.
Las formas naturales pueden representarse tanto en el exterior como en el interior, e incluyen formas y patrones inspirados en el medio verde que nos rodea.
Alimentadas por el uso inteligente de la luz y el espacio, elementos cruciales del diseño biofílico, tanto la luz natural como la filtrada pueden aportar beneficios diversos, mientras el espacio puede utilizarse para crear una sensación de apertura, diversidad y armonía.
La Biofilia nos acompaña y forma parte de nuestra naturaleza, de nuestra esencia como seres humanos aunque haya algunos que ni eso parecen.
Llegamos a ser conscientes de esa conexión de diferentes maneras. Cuando hablamos de renaturalización, desarrollo sostenible, diseño regenerativo, economía circular o incluso bioconstrucción, por ejemplo, también nos estamos conectando con la naturaleza.
Cuando estudiaba en la Escuela de Delineación de Betanzos ya traía de la Facultad de Ciencias y de la Escuela de Arquitectura Técnica esa afinidad aplicada a la arquitectura y desde entonces no he parado de tratar de acercarme a las personas que quieren para su vida social y profesional la simbiosis profunda de la colaboración, de la construcción comprometida y económica. Los hacedores de casas y pisos saludables.
Es sencillo, llena la casa y tu lugar de reposo de plantas y verás el resultado.
El interés en estos temas surge de tres necesidades: la creatividad de las sensaciones, el contacto con la naturaleza junto con la mitigación y adaptación al cambio climático.
Lo cierto es que ya estábamos confinados en interiores antes de la pandemia, ya que escuchando a la sociedad podríamos decir que lo fantástico ciega lo real ya que parece ser que no éramos conscientes de ello. Pasábamos el día encadenados en espacios interiores: de casa al coche, del coche a la oficina y vuelta. Si teletrabajamos, ya ni te cuento.
Pero en todo ello hay algo positivo e incluso bonito. Se puede dibujar, diseñar, trabajar sin sensación de enclaustramiento.
No hace falta llegar a esa simpleza emocional.
Nos hemos alejado demasiado de la naturaleza, sobre todo del mundo vegetal y esto ha desencadenado una ceguera ecológica.
Con la pandemia de COVID-19 y otros desastres consecuencia del cambio climático, hay que reformular de manera urgente estos ámbitos y su relación. Cobra mucho protagonismo esa conexión entre el interior y el exterior, entre el urbanismo y la arquitectura, entre ciudad y espacio interior.
Si la biofilia es nuestra afinidad por la naturaleza, el diseño biofílico tiene en cuenta esta conexión y por ello integra la naturaleza en él.
La naturaleza no son sólo plantas, incluye ciclos, seres vivos, sensaciones…nichos ecológicos, química, física y biología.
Los patrones del Espacio natural:
Las vistas en la distancia, que reducen el estrés, el aburrimiento, la irritabilidad y la fatiga, además de mejorar el confort y la percepción de seguridad.
El refugio, es decir, un lugar para ponerse a resguardo, descansar del ajetreo, donde tu cabeza y espalda estén protegidas. Este patrón mejora la concentración, atención y percepción de seguridad.
La intimidad acompañada, con vistas parciales que esconden otros elementos y que nos produce una fuerte respuesta al placer.
El riesgo / peligro controlado, mediante una amenaza visible de la que te sientas a resguardo. Esto genera fuertes respuestas de dopamina y también placer.
Es evidente que todo esto parte de la observación y la búsqueda de un lugar de residencia con la más mínima tranquilidad.
Por un lado, a escala humana, a través de la observación, la investigación de las huellas del lugar, la participación de las personas que habitan los espacios, en definitiva, el paisaje cultural, para realizar un análisis social, etnográfico que sirva de base para el diseño. Este análisis además, sienta las bases para la creación de una comunidad que siente como propio el proyecto y por lo tanto va a contribuir a su mantenimiento. Es fundamental trazar esos lazos con el entorno.
No estamos solos en nuestros pisos de ladrillo, estamos rodeados de vida, de sensaciones y de realidades buenas o desgraciadas.
Solo hay que notar la presencia del entrelazado social, realizando un análisis medioambiental, sirviendo de base para incorporar a nuestras vidas una serie de estrategias de Renaturalización a través de Soluciones basadas en la Naturaleza, con infraestructura verde que favorezca la presencia de flora y fauna autóctona, procesos y ciclos naturales, arbolado urbano que dialogue con el medio construido, cubiertas ajardinadas, muros verdes...interesante, verdad?
En definitiva reeducar nuestro urbanismo de manera cooperativa con la oficina técnica de nuestros Ayuntamientos y con la lógica que marca intentar vivir y dejar vivir y colaborar para que todas las vidas tengan un poquito de naturaleza, sin olvidarnos por supuesto, del apoyo social a los que no pueden disfrutar y degustar esto por los múltiples problemas que cargan en sus vidas.
Se puede lograr...La biofilia es el presente no efímero y el futuro comprometido en la Arquitectura de ciudad.
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