En Europa, los espacios naturales están muy fragmentados por las grandes infraestructuras. Las ciudades son cada vez más densas y extensas y la agricultura más intensiva, como consecuencia de ello los hábitats naturales se reducen y quedan desconectados entre sí.
Esto afecta negativamente a la biodiversidad de las regiones y también a medio y largo plazo a la economía, pues tiene como consecuencias la pérdida de flora y fauna, la disminución de la purificación del agua y de la fertilización del suelo de forma natural o la reducción del almacenamiento de carbono. Para mitigar este problema la Unión Europea ha diseñado un plan de estrategia de infraestructura verde.
La infraestructura verde es una red interconectada de zonas naturales y semi naturales, de calidad medioambiental diseñada para restaurar y proteger la biodiversidad en núcleos urbanos y rurales.
Las cubiertas vegetales, al ser elementos naturales, forman parte de este plan.
En el informe de revisión de los avances de la aplicación de la estrategia COM2019, se menciona la conveniencia de hacer un mayor esfuerzo por su creación teniendo en cuenta sus múltiples beneficios ambientales. La implantación masiva de cubiertas vegetales en las ciudades, con el sustrato y la variedad de plantas autóctonas adecuadas, pueden contribuir a restaurar la biodiversidad del territorio donde se ubican. Esto se consigue proporcionando hábitats y refugios para insectos y aves autóctonas y migratorias en los espacios verdes urbanos, cubiertas y parques.
Para ello se ha diseñado y ejecutado corredores ecológicos, es decir, rutas planificadas a través de ellos que reconecten hábitats naturales con características similares que han quedado aislados. Por ejemplo la población de abejas y otros insectos beneficiosos está disminuyendo alarmantemente en el mundo.
En algunas áreas, cerca de un tercio de las especies nativas está bajo amenaza de extinción. Una parte importante de los alimentos que produce el planeta depende de la polinización de estos insectos, por lo que recuperar su población es vital para la agricultura en algunas ciudades europeas. Se está intentando combatir este problema mediante el desarrollo de una autopista de abejas; una red de parterres con flores y espacios habitables para las abejas entre las que se encuentran las cubiertas de los edificios que les proporcionan descanso y alimento. Por ejemplo en ciudades como Utrecht se han instalado 316 cubiertas verdes en las paradas de autobús con el objetivo de dar refugio a las abejas en peligro de extinción en los Países Bajos.
Lo que parece naif y romántico es cuestión de supervivencia en este Planeta cada vez más enfermo no solo a nivel fisiológico sino también a nivel mental y humano.
La contaminación de las ciudades está compuesta por gases contaminantes y material particulado, ambos causa de numerosas enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
Uno de los gases que más ha contribuido al calentamiento global es el dióxido de carbono que ha aumentado sustancialmente en la atmósfera desde el siglo XIX por la deforestación. En la utilización de combustibles fósiles, las cubiertas vegetales pueden ayudar a reducir el exceso de dióxido de carbono gracias al proceso de fotosíntesis, absorbiendo dióxido de carbono y emitiendo oxígeno. Las hojas de las plantas además pueden absorber otros gases contaminantes como óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y ozono troposférico que reaccionan dentro de la planta con el agua y se transforman en otras sustancias químicas. El material particulado es una mezcla de partículas líquidas y sólidas, orgánicas e inorgánicas, que están en suspensión en el aire.
Estas partículas están formadas por sulfatos, nitratos, amoniaco, cloruro sódico, carbón, polvo de minerales, cenizas metálicas y agua.
El material particulado en suspensión entra en contacto con las superficies de las plantas y se adhieren a ellas. Una porción es absorbida por la planta y otra arrastrada por la lluvia al sustrato, de esta forma las cubiertas verdes pueden reducir hasta 0,2 kg de material particulado del aire por metros cuadrados de cubierta verde.
Por otro lado está el efecto del calor. Es el fenómeno por el cual en verano la temperatura nocturna en un área urbana puede llegar a ser casi 10 grados centígrados mayor que las áreas rurales circundantes. La diferencia de temperatura varía de unas ciudades a otras y depende del clima el viento, la topografía y la densidad de la edificación.
Este efecto se debe a que la masa térmica de una ciudad está formada por materiales como la asfalto, el hormigón y el ladrillo. Materiales que absorben la radiación solar durante el día la acumulan en forma de calor y la irradian lentamente por la noche. A esto hay que añadir la imposibilidad de transpiración y liberación de vapor del suelo al estar cubierto por superficies impermeables y el calor que desprende las unidades exteriores de aire acondicionado.
El aumento de temperatura de las ciudades en verano incrementa la demanda de refrigeración y si la energía necesaria para esta refrigeración procede de fuentes no renovables se emiten mayores cantidades de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono a la atmósfera.
Las cubiertas vegetales pueden ayudar a mitigar el efecto isla de calor pues como se ha explicado anteriormente la vegetación refleja los rayos ultravioleta y además se enfría el aire con la evaporación.
Este fenómeno repercute también en el ambiente exterior. Se han realizado estudios con simulaciones hasta la urbana que demuestran que la reducción potencial de temperatura ambiente exterior podría ser entre 0,5 y 3 grados centígrados si se implementará las cubiertas vegetales a gran escala en las ciudades.
Cuanto más cálido y seco es el clima mayor es el efecto positivo de la vegetación en la temperatura urbana.
Los Beneficios sociales son claros. Las ciudades de hoy, en general, carecen de espacios suficientes verdes al aire libre para ocio y esparcimiento de sus habitantes. Sin embargo los espacios verdes urbanos son necesarios para el bienestar individual y social, pues constituyen oasis que además de refrescar y limpiar el aire mejoran el paisaje urbano, aportan confort visual y relax e incrementa la calidad de vida de los habitantes de las ciudades.
En los países mediterráneos, las cubiertas planas son abundantes y un gran porcentaje se utiliza exclusivamente para la ubicación de instalaciones como unidades exteriores de aire acondicionado. Las cubiertas constituyen espacios urbanos disponibles con un gran potencial para suplir la escasez de espacios verdes urbanos. Si se transforman en cubiertas verdes las posibilidades de uso de las cubiertas, como espacio, verde es muy variado. Pueden convertirse en espacio verde no transitable para ser disfrutado visualmente en jardines privados, jardines públicos o en cultivo de huertos para provisionamiento urbano.
Por otro lado las grandes áreas industriales podrían acondicionar sus cubiertas con sistemas extensivos vegetales que se comercializa para tal fin, con ello las áreas industriales mejorarían la calidad del aire contribuirían a mantener la biodiversidad de la región y naturalizarían el paisaje industrial
En definitiva que el aprovechamiento de las Cubiertas en ciudades para construir un hábitat seguro para el ser humano y las especies animales, así como productor de biodiversidad y sanidad así como su función extractora de energías renovables determinan a la cubierta vegetal como una apuesta de futuro.
La biodiversidad y la Arquitectura Biofílica son objetivos cercanos, concretos y clave en el desarrollo de las ciudades del siglo XX,
Sin duda....
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